Celta: Falcón, Vasco, Noguerol, Túñez, Roberto Lago, Garai, Bustos, Iago Aspas (Danilo, min.76), Dani Abalo (Botelho, min.65), Michu (Papadopoulos, min.59) y Joselu.
Salamanca: Biel Ribas, Sito Castro, Sevilla (Álvaro, min.68), Murillo, Raúl Gañán, Goikoetxea, Kike (Quique Martín, min.73), Hugo Leal (Endika, min.86), Cuéllar, Totti y Liñares.
Árbitro: Miranda Torres, del comité catalán. Amonestó a Botelho, Hugo Leal, Sito Castro,
Campo: Balaídos, 10.302 espectadores.
CRÓNICA
El Celta mereció más este domingo ante el Salamanca, pero sin marcar goles es imposible ganar partidos. Con éste, el Celta encadena su tercer encuentro consecutivo sin marcar. Y eso que en el partido de hoy, gozó de ocasiones para ganar el partido.
Eusebio sorprendió, no con la alineación, pero sí con su decisión de dejar fuera de la convocatoria a Trashorras. De entrada realizó bastantes cambios con respecto al equipo que habitualmente viene jugando en Liga. Cambió a los centrales Catalá y Jordi para dar entrada a Noguerol y Túñez y dejó en el banquillo a Hugo Mallo para dar entrada a Vasco.
En medio campo la pareja de siempre Bustos y Garai, era acompañada por Iago Aspas, mientras en la delantera regresó Abalo a la titularidad por banda derecha, Michu por la izquierda y Joselu en punta.
El Celta salió con mucha fuerza, decidido a poner el marcador a su favor desde los primeros minutos. Era quién tenía el balón y quién más acercamientos al área rival tenía, pero estos eran demasiado tímidos, demasiado inocentes para inquietar a Biel Ribas.
Por contra, el Salamanca no era capaz de crear ocasiones en jugadas, pero sí a balón parado. Ahí provocaban la zozobra de la zaga celtiña... y de Balaidos, que temía por el gol rival. Primero con una falta en la que Falcón casi se mete en su propia portería y después con una falta que acabó en gol pero fue anulado por fuera de juego al conjunto charro.
El Celta seguía a lo suyo, creando ocasiones con cierta continuidad, especialmente por la banda de Abalo, siempre dispuesto a mostrarse, siempre con ganas, aunque casi siempre desafortunado.
El Salamanca bastante hacía con defenderse. Renunciaba al balón, un poco por impotencia. El Celta lo tenía y cuando lo perdía ejercía una presión axfisiante que impedía al Salamanca saber qué hacer con él. Tampoco es que le preocupase mucho, entrengando el balón, aprovechaban para cerrar espacios.
Una genialidad de Iago Aspas, que regateó dentro de área rival a varios defensores hasta plantarse delante del meta. No resolvió bien, pero la jugada levantó del asiento a los aficionados. Y más que se levantarían cuando a escasos minutos de la finalización de la primera mitad, el propio Aspas saca el compás para dar un pase en profundidad perfecta Abalo, el arousano encaraba la meta rival y era derribado por Sito Castro al borde del área rival. La grada pidió roja directa, pero Mirando Torres, uno de los arbiros menos malos de Segunda, optó por la amarilla. La jugada ofrece lugar a la discusión y el debate. ¿Era el último jugador? ¿Era ocasión clara de gol? Lo cierto es que si no es parado en falta, tenía muchas opciones de marcar.
El partido llegó al descanso con la sensación de que el Salamanca se había ido vivo, y la segunda parte comenzó con más de lo mismo. El partido se enfriaba poco a poco, y Eusebio le dio calor dando entrada a Papadopoulos en lugar de Michu. El griego mostró mucha lucha y dejó buenas sensaciones jugando en ambas bandas.
Joselu tuvo la mejor ocasión del partido, pero se volvió a encontrar con el palo, siempre en la misma portería, ya maldita para el dezano. Deciamos que Papadopoulos había jugado por ambas bandas, y es que empezó en la izquierda, pero cinco minutos después pasó a la banda derecha cuando Botelho entró en sustitución de Abalo. El brasileño se situó en la zurda y el griego en la diestra.
Fue tras la entrada de Papadopoulos cuando el Celta vivió sus mejores momentos en la segunda mitad, con algunas ocasiones, aunque sin acabar de concretarlas. Daba la sensación de que el Celta, por mucho que dominase, no sería capaz de marcar ni un solo gol.
Pero el Salamanca, agazapado, no renunciaba a la victoria en alguna contra. Y tuvo alguna ocasión, especialmente una en la que Falcón estuvo felino para desviar un buen remate de cabeza.
La entrada de Danilo a quince minutos del final poco cambió el discurso. A uno le cuesta entender porque el sustituto de Aspas tiene que ser Danilo y no Trashorras, que ni tan siquiera estaba en el banquillo. Resulta dificil saber que hubiese sucedido si entrase Trashorras, pero desde luego, no nos iría peor que con Danilo.
Un gol que daba tranquilidad, que permitía un respiro, que suponía un gran alivio, pero que no frenó el ímpetu vigués. Los célticos buscaban un tercer tanto para sentenciar de manera definitiva. El Albacete, en una situación dramática, no bajó los brazos y, con juego directo, trató de recortar diferencias y aferrarse a un hilo de esperanza. Belencoso cabeceó muy cerca del palo izquierdo de Falcón en una jugada a balón parado, único recurso de los locales.
Los de Eusebio buscaban un final de partido tranquilo, los locales el milagro del empate. Y siempre la necesidad mordiendo la templanza, los nervios adheridos a las piernas de los jugadores. Danilo no acertó a los 34 minutos desde la frontal tras una buena dejada de Cellerino en un remate que pudo suponer el final virtual del choque. Era lo que los celestes ansiaban, que acabase, sin agobios, sin sustos, de manera placentera. Buscaron apurar los minutos finales en campo rival. Y lograron finalmente una victoria de un enorme valor, que aleja al Albacete a cuatro puntos, que supone un gran respiro, que aporta una voluminosa carga de tranquilidad.